Ahora, Nuestra Reina ha quedado expuesta a la opinión pública y, no bien parada.
Es digno observar que a Nuestra Presidenta se la debe cuidar, más allá de las cuestiones convencionales, comerciales, intitucionales, protocolares y de cualquier órden que afecten a su buena imágen. Que es la imagen nuestra.
Y, por lo que se ha notado, al ser observada por La Familia Real de manera particuar, se supone que no han tenido el equilibrio suficiente para ubicarla en el lugar exácto.

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